Anoche tuve un sueño

Soñé que mientras dormía mi alma revoloteaba alegre hacia el cielo.
Sentí como la impulsaban hacia arriba todos los actos de amor que había hecho, las personas a las que yo amaba y las que me habían amado.
Todo se veía muy bonito y a lo lejos se divisaba el paraíso, pero de repente algo la impedía avanzar más, algo tiraba fuerte de mi (alma) hacia abajo, entonces miré hacia abajo y vi el abismo, la oscuridad más absoluta, el frío más absoluto, la soledad más absoluta...
Aquello que me atrapaba era una cuerda formada por resentimientos, por todas aquellas cosas que yo no había perdonado; no sabía que hacer.
Elevé mis ojos hacia el cielo y alcance a ver a nuestra Santísima Madre la Virgen María que pendiente de todo me decía:  "Escucha a mi Hijo, haz lo que el te diga". Y allí a su lado estaba nuestro Señor Jesucristo, me miró, me sonrió y pronunció mi nombre y luego me dijo "Acuérdate de la oración que os enseñé".
El Padrenuestro resonó en mi, cobrando una sonoridad especial al llegar a "Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".
Una alegría inmensa me llenó y empece a perdonar. Primero por las cosas más pequeñas, con cada cosa que perdonaba noté que mi alma subía un poco y que el tamaño de las otras ofensas me parecía cada vez más pequeño, fui perdonado de una a una todas ellas, sintiendo una inmensa vergüenza por no haberlo hecho antes y una también inmensa alegría por hacerlo ahora.
Mi alma voló al fin libre y cuando estaba llegando nuestra Madre del Cielo me sonrío dijo mi nombre y me explico que aun no había llegado mi momento, pero que era preciso que entendiera. Además, me dijo que abajo me necesitaban y que yo también los necesitaba a ellos, y al mirar hacia abajo vi a mi familia durmiendo feliz y plácidamente.
En ese momento e desperté y mi alma estaba feliz y llena de amor y agradecimiento. Abracé a mi marido y a mis hijos y di una vez más gracias al cielo por este sueño y sentí que debía compartirlo también con todos vosotros...

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