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El Camino

  ¡Al fin!. Había conseguido empezar la peregrinación tan ansiada, había descubierto antiguos escritos que llevaban al santuario donde se alcanzaban, segun los documentos, gracias tan especiales que uno casi podía tocar el cielo. Un lugar que te cambiaba la vida. En mi mochila todas mis seguridades: mi móvil, mi brújula, mis latas de comida, cerillas, calcetines de repuesto, aspirinas, todo mi ego y, los que yo creía, mis méritos. Había encontrado “el camino”. O eso creía yo. Y sería la descubridora de aquel antiguo santuario. Iba sola, pues creía que era un camino que tenía que hacer sola, quién iba a querer acompañarme en estos tiempos de descreimiento. Además, no quería que nadie me robase el mérito de ser la primera en descubrir aquel santo lugar del que ni siquiera sabía el nombre. Los primeros días todo parecía ir razonablemente bien. Mi saco de dormir me daba el calor suficiente y el cansancio no parecia hacer mella en mí… pero, cuando ya estaba muy cerca de lo que yo creía que

La margarita

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Imaginate nacer en un jardín con las flores más bellas y exuberantes, e imaginate ser una simple margarita ¿como te sentirías? Yo me sentía pequeña e insginificante, viendo como a las demas flores las admiraban, algunas veces las cortaban pero eso no era malo porque iban a formar parte de ramos de novias, a decorar mesas para un convite, o a decorar altares de las iglesias, pero yo solo servia para ser pisada. Tenía tanta envidia de las demás flores que ni siquiera me esforzaba por ser una buena margarita, mi compañera, margarita como yo, me decía: -Tienes que animarte, todas tenemos un propósito y tenemos que cumplirlo lo mejor posible, no tenemos que ser rosas ni claveles, tenemos que ser Margaritas. -Ya, pero es que yo quiero ser una bella flor y formar parte del ramo de una novia o mejor aún acompañar a la virgen en la procesion, ¿eso es malo?. -No, lo malo es que como sigas con tanta envidia te vas a empochar y tu vida no va a ser para nada feliz. Todo cambió un día cuando una niñ

Coronavirus

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Si ya se que todo el mundo habla de lo mismo, pero yo quiero hablar desde un punto de vista diferente. No voy a dar consejos, ni a criticar a nadie, solo expresar mis sentimientos. Con el coronavirus veo que hay personas que no están enfermas de Coronavirus, pero que sí tienen otras enfermedades que ven como sus tratamientos se atrasan o se aplazan. Veo personas que dan de sí lo mejor cada día y otras que dan lo peor. A mi me ha dado la ocasión de poder parar y hacer cosas con calma, últimamente había días que sentía que vivía como un robot a cada hora lo suyo. Me ha hecho pensar y agradecer más a Dios por cada día, por mi familia y por los momentos que disfruto con ellos, por mis amigos... Tengo amigos (que no son de Asturias) que están pasando la enfermedad, están bien. Tengo familia que trabaja en los hospitales y están dando lo mejor de si y rezo por ellos. Echo de menos el comulgar (aunque hago la comunión espiritual) y a mis niños de catequesis.